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Las 4 ideas prácticas par impulsar el cambio

Las 4 ideas prácticas par impulsar el cambio

Las 4 ideas prácticas para impulsar el cambio y conseguir tus retos

Empieza el año y, con ello, damos el pistoletazo de salida a todos los propósitos y retos que quedaron en el cajón del pasado, los cuales queremos volver a retomar, con la esperanza de que este nuevo año nos ayude a conseguirlo. No obstante, permíteme que te pregunte:

¿Cuántas veces anteriormente te has planteado este mismo propósito?

¿Cómo sabes que esta vez va a ser la definitiva y lo vas a conseguir?

Está comprobado que abordar los nuevos retos desde las mismas acciones, pensamientos y emociones del pasado va a conducir a los mismos resultados. Ya nos lo decía Einstein: “Si quieres nuevos resultados, es importante que hagas cosas diferentes”. En este sentido, descartar aquellas soluciones intentadas es una de las decisiones más útiles para dar cobertura a tus propósitos.

En este artículo te propongo 4 ideas eminentemente prácticas y fáciles de llevar a cabo para que puedas utilizarlas en la consecución de estos nuevos retos.

  • La primera idea responde a la pregunta: ¿qué es exactamente lo que quieres conseguir? Probablemente, esta pregunta te resulte familiar. Seguramente que entre tus propósitos esté aprender algún idioma, cuidar tu alimentación o hacer más deporte. Pero, ¿en qué medida tienes detalladas las acciones diarias que te posibilitan dar cobertura a estos objetivos?

Los estudios neurocientíficos más recientes han concluido que para nuestro cerebro es más sencillo categorizar que pensar en abstracto. De esta manera, se ha descubierto incluso que los productos que vienen en monodosis se toman con más facilidad que los que vienen en grandes formatos. Esto es debido a que a nuestro cerebro le cuesta más manifestar la acción desde el mundo de lo abstracto y la generalidad que desde lo real y lo concreto. Veamos estos ejemplos:

Ejemplo de objetivo abstracto: “Cuidar mi alimentación”.

Ejemplo de acción concreta: “Reducir una cucharada de azúcar del café cada día”.

¿Qué ejemplo es más fácil de alcanzar?

Se puede decir que determinar las acciones diarias te va a posibilitar poder conseguir el resultado que esperas de una manera rápida. Es decir, el sencillo hecho de realizar la acción proporciona por sí mismo un refuerzo lo suficientemente potente como para que vuelvas a repetirlo. También es importante saber que cuanto más fácil sea la acción, más probabilidades de éxito.

  • Como has podido constatar, el cerebro funciona en base a recompensas. De esta manera, las investigaciones sobre el cerebro han permitido comprobar que el principal motivo para repetir los comportamientos es la ventaja que proporciona. A veces, somos conscientes de estas ventajas y otras veces no tanto. Aunque de manera consciente pensemos que un comportamiento perjudicial no puede aportar algo positivo, para el cerebro sí tiene un beneficio. Por ejemplo, en muchas ocasiones utilizamos la alimentación como una herramienta de compensación emocional. Es decir, que para resolver una situación acudimos a la comida como recurso.

En esta línea, recuerdo a una persona a la que tuve la oportunidad de acompañar en un precioso proceso de neuroentrenamiento. Esta persona tenía un problema de compensación emocional con la comida, de tal manera que, cuando llegaba a casa, podía comerse todo tipo de chucherías y snacks que tenía a su alcance. Cuando analizamos esta respuesta, comprobamos que esos atracones se debían a que eran el único momento del día donde dicha persona se sentía con la libertad de hacer lo que le apetecía. Por este motivo, enseñamos a su cerebro a obtener esa libertad desde un lugar más amable, de tal forma que la conducta cesó. El proceso dejó una clara evidencia de que la ventaja era sentirse libre.

¿Cuál es la ventaja que te aporta seguir con tu antiguo hábito?

  • Las emociones son una parte primordial para impulsar los retos. Tal es así que está comprobado que cuando nuestro cerebro está conectado con una emocionalidad de supervivencia, bien sea miedo, tristeza o enfado, prefiere permanecer en el mismo lugar y no cambiar. El cerebro necesita una emoción potenciadora (alegría entusiasmo, tranquilidad) para emprender la aventura del cambio. Por este motivo, nos planteamos cambiar cuando, por ejemplo, venimos de vacaciones. Normalmente, las vacaciones nos llenan de momentos de relajación y disfrute. Desde estas emociones es más fácil plantearse cambiar. Sin embargo, una vez que has vuelto de las vacaciones, ¿cuántos días te dura esa tranquilidad?

En el momento que vuelves a lo cotidiano tu cerebro vuelve a conectar con la emocionalidad habitual. Por esta razón, es imprescindible que antes de plantearte cambiar, entrenes tu cerebro para mantener una emocionalidad más empoderadora que te invite a hacer cambios.

En este sentido, surge una pregunta clave: ¿cuáles son tus estados emocionales recurrentes? ¿La frustración, el enfado, la tristeza, la preocupación o, quizás, la alegría, la satisfacción, el entusiasmo y la tranquilidad?

Si quieres cambiar, primero cambia tu emoción.

¿Cuál es el estado emocional que te acompaña?

  • ¿Cuál es la metáfora que acompaña a ese cambio que quieres plantear?

Hace poco tiempo, en un curso que impartí a psicólogos y trabajadores sociales, hice un sencillo ejercicio de asociación metafórica a una palabra. Este ejercicio consistía en pensar en una imagen para una palabra concreta. Uno de los participantes del curso explicó que la palabra “cambio” le invitaba a pensar en un “muro de piedra”. Los símbolos e imágenes asociados a un acontecimiento o a una palabra forman parte de la interpretación que hace el inconsciente. Por lo tanto, desde la imagen proyectada de un muro ¿qué probabilidades hay de asumir los cambios como algo productivo?

Hay que recordar que la metáfora es una figura del lenguaje que consiste en utilizar una palabra o frase por otra, estableciendo entre ellas un símil no expresado explícitamente. La metáfora conecta con la capacidad asociativa de nuestro cerebro y posibilita saber cómo percibe el lenguaje nuestro inconsciente.

Te apetece saber ¿cuál es la metáfora que tu cerebro tiene asociado a tu reto? Pues bien, la respuesta a estas tres preguntas te posibilitará poder saber la interpretación que ha generado tu inconsciente:

1-¿A qué se parece?

2-¿Con qué lo tengo asociado?

3-¿En qué estado emocional me coloca?

Por ejemplo, esta persona que asistió a mi curso respondió a estas tres preguntas de la siguiente manera:

  • ¿A qué se parece el cambio? “Los cambios se parecen a un muro de piedra”.
  • ¿Con qué tengo asociado un muro de piedra? “El muro lo tengo asociado a dificultades y problemas”.
  • ¿En qué estado emocional me coloca? “Esto me coloca en un estado de indefensión y parálisis”.

Para poder cambiar la metáfora es interesante que nos sigamos preguntando a qué más se parece. A través de las preguntas podemos buscar nuevas metáforas también interesantes.

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