No me digas no

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No me digas “no”

O como el lenguaje guía nuestro comportamiento

Existe una relación directa entre pensamiento, lenguaje y conducta humana. Así lo evidencian los estudios, como el realizado en 1996 por el psicólogo estadounidense John A. Bargh en Florida. Bargh llevó a cabo un interesante experimento con jóvenes estudiantes de la Universidad de Nueva York. El objetivo era comprobar el modo en que las palabras influyen en las emociones y en la conducta de las personas. Es lo que se conoce como efecto priming, o la capacidad que poseen las palabras para provocar un cambio en la memoria implícita*.

En el experimento se dividieron a los jóvenes estudiantes en dos grupos y se les pidió que formaran frases con las palabras que les entregaron. Un grupo recibió palabras que invitaban poco a la acción tales como: lentitud, cielo, gris, está, sol, produce, temperatura, ancianidad. El otro grupo recibió palabras de connotación más activa y juvenil como: amarillo, encuentra, instantáneamente, pelota, arroja, lanza.

Terminada la tarea, se les pidió que se dirigieran a otro despacho con la excusa de realizar otro experimento. Lo que ignoraban era que ese desplazamiento era el experimento en sí. El objetivo de la investigación fue medir los tiempos de desplazamiento de los dos grupos. El resultado fue sorprendente. Los jóvenes que habían tenido que asociar las palabras relacionadas con la vejez, caminaron más despacio que el resto.

La investigación de John A Bargh evidencia el poder que ejercen las palabras en nuestro cerebro. No sólo afectan a nuestras emociones sino que también pueden producir cambios en nuestro comportamiento. Conocer el poder de las palabras nos permite generar cambios en nuestra conducta de forma consciente. Entender el poder del priming significa que podemos generar los estímulos que nos provoquen asociaciones positivas para cambiar nuestras emociones y nuestro comportamiento.

“Las palabras son los puentes que nos conectan con los demás”

¿No te parece interesante?

¿Cuántas veces a lo largo de un día has escuchado la palabra “no” a tu alrededor?

En el año 2007 la psiquiatra Nelly Alia-Klein realizó un estudio para comprobar el efecto que tiene la palabra “no” en el cerebro. La investigación mostró que escuchar “no” nos paraliza y pone en marcha la actividad de la amígdala en el cerebro, provoca un aumento de la hormona del estrés y activa el mecanismo de defensa de forma inconsciente.

Fisiológicamente nuestro cerebro está predeterminado para reaccionar más rápido ante un “no” que ante un “sí”. Esto se debe a que nuestro cerebro ha sido diseñado para sobrevivir. Cuando escuchamos la palabra “no” el cerebro genera unos circuitos neuronales específicos que funcionan a nivel inconsciente y cuya finalidad es la de protegernos.

La conclusión es clara. Las palabras juegan un papel determinante en estos procesos. Mientras el “no” condiciona la prohibición de actuar y el miedo, el “sí” promueve la acción.

¿Te parece interesante?

¿Cómo de útil te resultaría para tu día a día tomar conciencia del poder de las palabras para generar cambios tanto en ti como en tu interlocutor?

Para responder a esta pregunta, te invito a realizar un ejercicio. Durante al menos un día comprueba cuantas veces escuchas la palabra “no” a tu alrededor y cuantas veces la incluyes en tu discurso. Paralelamente, piensa en un caso real de tu vida cotidiana donde te interese influir y descríbelo. Para facilitar la descripción puedes apoyarte en las siguientes preguntas:

1-¿Cuál es tu objetivo?

2- ¿Quién es el interlocutor?

3-¿Qué canal comunicativo vas a utilizar? (correo electrónico, reunión…)

4- ¿Qué palabras vas a plasmar?

Si me cuentas tu caso por correo electrónico, puedo acompañarte.

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